La hipertensión arterial en los ancianos
Como una de las mejores residencias de ancianos de Madrid tenemos claro que la hipertensión arterial es algo muy frecuente entre la población anciana. Esto es así porque, con el paso del tiempo, se endurecen los vasos sanguíneos y hace falta más presión para que la sangre llegue a todas las partes del cuerpo. Por descontado, el corazón tiene que latir más fuerte.
Las cifras habituales de tensión arterial están por encima de 90 mmHg de mínima (diastólica) y de 140 mmHg de máxima (sistólica). Más de la mitad de los mayores de 65 años tienen este problema, una enfermedad crónica, un importante factor de riesgo cardiovascular. En muchas ocasiones está asociado a otras patologías como la hipercolesterolemia y la diabetes tipo 2 o diabetes del adulto.
El problema es que esta patología normalmente no produce síntomas. Si la presión se mantiene elevada durante un tiempo prolongado puede causar una serie de enfermedades graves. Estas son algunas:
- Enfermedades cardiacas.
- Accidentes cardio-cerebrovasculares.
- Arterioesclerosis.
- Demencia cardiovascular.
- Lesiones de la retina.
- Episodios de hipotensión ortostática con los cambios bruscos de posición. Por ejemplo, al incorporarse rápidamente tras estar acostados o sentados.
Otras especificidades de la hipertensión en el anciano
- La hipertensión secundaria es más rara que en el resto de la población.
- Para evitar una deficiente irrigación de órganos vitales no se recomienda bajar la presión arterial de 130/60 mmHg.
- Es más frecuente el Síndrome de la bata blanca.
- Al tomar medicamentos por otros motivos deben tenerse muy en cuenta las posibles interacciones negativas y hacerlo con dosis bajas.
En los centros de Los Nogales tenemos muy presente que la prioridad en las personas mayores hipertensas es mantener la tensión arterial en cifras normales. Se recurre para ello a tratamientos farmacológicos (diuréticos, betabloqueantes, inhibidores de la ECA). Son claves las revisiones periódicas. También es importante complementar el tratamiento con medicamentos con una serie de medidas de tipo higiénico dietético que ayuden al mantenimiento de la tensión arterial en cifras normales. Por descontado, una de las más importantes es mantener una dieta equilibrada baja en sal y realizar de forma habitual ejercicio físico moderado. Por ejemplo, caminar al menos 30 minutos diarios.