Sistema respiratorio, digestivo y circulatorio: Así afecta el ruido a las personas mayores
El ruido puede ser muy estresante para las personas, especialmente para las de avanzada edad. Y es que las personas mayores no se adaptan igual de bien a los cambios de sonido como los jóvenes. ¿Por qué? Porque el cerebro humano no es capaz de ajustar su sensibilidad a los diferentes niveles de sonido conforme envejece. Desde Los Nogales os explicamos cómo afecta esto a la vida de nuestros mayores.
Lo primero que debemos saber, explica Álvaro Vargues Valencia, psicólogo de Los Nogales Pacífico, es que “el ruido es un estímulo que impide el descanso y la tranquilidad y en ocasiones puede convertirse en un factor estresante para el sistema nervioso”.
Asimismo, “puede tener efectos adversos sobre casi la totalidad de los elementos del organismo en las personas mayores”, añade. Y es que este elemento perjudica también “al sistema respiratorio, al digestivo, al neurovegetativo y al sistema circulatorio”.
Unas consecuencias que no se quedan ahí porque, según manifiesta el psicólogo de Los Nogales Pacífico, “puede incluso empeorar algunas enfermedades si el sometimiento al ruido se prolonga demasiado tiempo”. Y pone algunos ejemplos: «el ruido en mitad del sueño de una persona mayor puede provocar vasoconstricciones, arritmias cardíacas, fatiga, un estado de ánimo depresivo o disminución del rendimiento. También hay que destacar que el ruido afecta a los procesos de memoria y aprendizaje, procesos ya de por si mermados en las personas mayores».
Prevenir el daño del ruido
Pero por suerte, se puede prevenir el daño provocado por el ruido. ¿Cómo? Primero, haciendo “revisiones periódicas de los oídos para poder detectar cuanto antes cualquier problema y poner las medidas indicadas para solucionarlo antes de que el problema se agrave”, detalla Vargues. Otra medida consiste en “ajustar el volumen de televisores, radio y otros dispositivos electrónicos, limitar su tiempo de estancia en ambientes ruidosos y respetar las horas de descanso».
También hablarles claro y sin elevar demasiado la voz. Y es que dialogar con una persona mayor “jamás debe implicar que tengamos que gritarle”, manifiesta el psicólogo de Los Nogales Pacífico.
Asimismo, debemos adaptar nuestra voz en función de las necesidades individuales de cada persona con la que interactuamos. Al mismo tiempo, debemos “hablar despacio, vocalizar y utilizar frases sencillas y cortas”. También “debemos articular bien nuestras palabras, direccionar la voz hacia su cara y evitar las barreras”, principalmente.
En definitiva, debemos “adecuar el tono de voz al entorno y a la persona y usar un volumen que sea cómodo para ambos”. Solo así no afectaremos al estímulo que ocasiona el ruido y mantendremos la buena salud de nuestros mayores.