Más allá del espejo: la peluquería como fuente de bienestar en Los Nogales
El cuidado personal en nuestras residencias no se limita al aspecto físico, sino que desempeña un papel fundamental en el bienestar emocional y la autoestima de las personas mayores. En este artículo, conversamos con Yolanda Fernández, peluquera de Los Nogales Hortaleza, quien nos cuenta cómo su trabajo va más allá de mejorar la imagen personal: se convierte en una oportunidad para fortalecer la conexión emocional de nuestros residentes con ellos mismos y con su entorno.
“El trabajo de peluquería en la residencia no se limita a un servicio estético, se convierte en una forma de terapia que fomenta la conexión emocional”
¿Cómo es tu rutina diaria de trabajo en la residencia y qué tipo de servicios de peluquería realizas más frecuentemente?
A primera hora, comienzo la jornada con los residentes que requieren asistencia, quienes suelen ser trasladados desde sus plantas al salón de peluquería o, en ocasiones, subo yo a recogerlos. Paralelamente, en la puerta esperan aquellas personas residentes que tienen una cita programada, junto con otros que acuden espontáneamente para ser atendidos.
Los servicios de peluquería más habituales son cortes y peinados, aunque también se realizan muchos trabajos técnicos y tratamientos de estética.
¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentas al ofrecer servicios de belleza en una residencia? ¿Hay diferencias con un salón de peluquería fuera de este entorno?
Uno de los mayores desafíos es la imposibilidad de tener una agenda fija, ya que las citas pueden cancelarse por diversos motivos como citas médicas, indisposición del residente o dificultades derivadas de su estado de salud, especialmente si su deterioro físico o cognitivo le impide permanecer tranquilo, está alterado o se levanta constantemente.
Además, esta es una de las principales diferencias con un salón de peluquería fuera de una residencia, donde los horarios son más estructurados, ya sea por citas programadas o por orden de llegada, lo que facilita la organización y reduce los imprevistos que suelen surgir en el entorno residencial.
Otro reto significativo es atender a personas con deterioro cognitivo. Su capacidad limitada para comprender y procesar situaciones puede generar reacciones inesperadas o incluso discusiones entre ellos. Estos casos requieren mucha paciencia y tacto, ya que es fundamental transmitirles confianza y tranquilidad, aunque esto pueda retrasar el servicio.
¿Qué beneficios emocionales observas en las personas mayores después de recibir los cuidados y tratamientos de belleza?
El trabajo de peluquería en la residencia no se limita a un servicio estético, se convierte en una forma de terapia que fomenta la conexión emocional. Más allá de ayudarles a sentirse cuidados y a mejorar su apariencia, este servicio tiene un impacto positivo en su estado de ánimo y bienestar general, actuando como un estímulo cognitivo que fortalece su salud mental.
Además, el servicio de peluquería trasciende lo estético al convertirse en una terapia emocional. Muchos residentes encuentran en mí una persona de confianza con quien compartir sus historias y preocupaciones, lo que crea una conexión especial y me hace sentir parte importante de sus vidas.
Por otro lado, este espacio también promueve la socialización. En el salón, los residentes interactúan entre ellos y participan en conversaciones que procuro hacer amenas y relevantes. Crear un ambiente cálido y positivo no solo contribuye a mejorar su salud emocional, sino que también es una de las mayores satisfacciones que obtengo de mi labor.
¿Podrías compartir algún momento especial vivido?
Cada día se viven momentos especiales, por lo que me resulta difícil elegir uno en particular. Lo más gratificante de mi trabajo es ver cómo contribuye a mejorar el estado de ánimo de las personas mayores.
Me enorgullece cuando los residentes me cuentan emocionados que sus familiares o compañeros les dicen comentarios como: «¡qué estilo!» o «ese corte te queda genial» tras salir de la peluquería.
En muchos casos, este servicio se convierte en una forma de rehabilitación emocional. Es muy reconfortante ver cómo llegan desanimados, pero salen con una sonrisa y el ánimo renovado, lo que refleja el impacto positivo de este trabajo en su bienestar.