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Falta de apetito en ancianos

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¿Por qué algunos ancianos pierden el apetito? Causas y soluciones

Se conoce como hiporexia a la falta de apetito que a veces presentan las personas mayores por causas de diversa naturaleza. Esta disminución de las ganas de comer hace que puedan llegar a consumir menos calorías de las que en realidad necesitan.

Más allá de una simple «falta de hambre», esta condición no debe normalizarse, ya que puede ser la antesala de problemas de salud más complejos como la desnutrición o la atrofia muscular. Por ello, es vital comprender qué hay detrás de este rechazo a la comida para poder actuar a tiempo, adaptando la dieta y los cuidados para proteger su bienestar físico y emocional.

Inapetencia en adultos mayores y factores fisiológicos

Para comprender realmente por qué los adultos mayores pierden el apetito, debemos mirar más allá de las enfermedades diagnosticadas. En gran parte de los casos, la raíz del problema se encuentra en los cambios fisiológicos propios del envejecimiento. Es frecuente que, con los años, se pierda sensibilidad en las papilas gustativas y en el olfato, provocando que no se perciban los sabores y olores con la intensidad de antes, lo que reduce el placer de comer.

Asimismo, esta inapetencia en adultos mayores aparece a menudo como un efecto secundario no deseado de la medicación. Ciertos fármacos o tratamientos pueden alterar el gusto (disgeusia) o generar una sensación de plenitud gástrica temprana.

Si esta situación se prolonga, el riesgo de déficit nutricional aumenta. Por eso, en centros especializados como Los Nogales, activamos protocolos de vigilancia nutricional ante los primeros indicios. Nuestro objetivo prioritario es evitar un cuadro de malnutrición y prevenir la sarcopenia (pérdida de masa muscular) y la debilidad que esta conlleva, frenando así el deterioro físico de la persona residente.

Hiporexia en ancianos y por qué dejan de comer

La falta de apetito en ancianos no debe pasarse por alto, ya que suele actuar como una señal de alarma del organismo. Puede ser la manifestación visible de una enfermedad emergente o indicar que una patología crónica se está agudizando.

Es crucial prestar especial atención a la aparición de síntomas concurrentes, como la falta de apetito y diarrea en ancianos. Esta combinación suele alertar sobre procesos infecciosos, virales o problemas gastrointestinales que requieren intervención médica inmediata para evitar una deshidratación rápida.

Para responder a la inquietud frecuente de los familiares sobre «¿por qué un anciano deja de comer?», identificamos tres áreas que concentran los motivos más comunes:

1Causas psicológicas y cognitivas: la indiferencia hacia la comida puede ser uno de los primeros síntomas de una depresión silente o el inicio de un deterioro cognitivo o demencia Ante un cuadro de hiporexia repentino, es vital valorar el estado anímico para entender por qué las personas mayores dejan de comer.

2Causas fisiológicas: el sistema digestivo también envejece. El estómago pierde elasticidad y el metabolismo se ralentiza. Esto provoca que la sensación de saciedad aparezca mucho antes, reduciendo la necesidad biológica de ingerir grandes cantidades.

3Causas de carácter social: el entorno juega un papel determinante. Nos referimos a situaciones donde nuestras personas mayores sufren soledad, distanciamiento o se aíslan de forma voluntaria o involuntaria. Al perder la compañía y el afecto durante las comidas, el acto de alimentarse deja de ser un momento social placentero y se convierte en un trámite que prefieren evitar.

¿Cómo actuar ante la pérdida de apetito en ancianos?

Revertir la falta de apetito en adultos mayores es un proceso que requiere paciencia, observación y estrategia. El objetivo no es forzar la ingesta, sino maximizar el aporte nutricional de cada bocado. Estas son las pautas geriátricas más efectivas para lograrlo:

Fraccionar la dieta. En lugar de insistir en tres comidas copiosas que pueden abrumar al mayor, es preferible repartir la alimentación en 5 o 6 tomas diarias de menor volumen pero constantes.

Densidad nutricional. Para combatir la pérdida de apetito en ancianos, debemos priorizar alimentos de alto valor biológico. Enriquecer los platos con claras de huevo, leche en polvo, frutos secos triturados o aceite de oliva virgen permite aumentar las calorías y proteínas sin incrementar el volumen de comida en el plato.

Adaptación de texturas. Es fundamental que los alimentos sean fáciles de masticar y tragar. Si existen problemas dentales, prótesis mal ajustadas o disfagia, optar por texturas suaves, tipo pudin o purés homogéneos, facilitará la ingesta y la posterior digestión.

Temperatura y presentación. Se recomienda servir la comida a una temperatura tibia (el calor excesivo sacia antes y el frío reduce la percepción del sabor). Cuidar una presentación visualmente atractiva también es clave para estimular el apetito desde el primer momento.

Convertir la comida en un momento de afecto ayuda a reducir la ansiedad del mayor frente al plato. No obstante, si a pesar de estos cuidados la situación persiste, la valoración de un equipo profesional permitirá ajustar la dieta con la seguridad de que la persona mayor recibe exactamente lo que necesita.

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