La depresión en la tercera edad: cómo evitarla a través del envejecimiento activo
El proceso de envejecimiento genera una serie de cambios físicos y psicológicos, que provoca una disminución de la capacidad de adaptación al entorno. Esto puede generar, que la persona se sienta vulnerable y frágil, y no sea capaz de asumir los hechos que se desarrollan en su entorno. Además, esta época de la vida se suele caracterizar por acontecimientos vitales estresantes, como pérdidas de familiares y procesos de duelo. La situación económica, la soledad no deseada y haber padecido algún accidente cerebrovascular o enfermedad crónica, pueden influir de manera negativa en el estado de ánimo.
La depresión en el adulto mayor, se ha convertido en un problema generalizado, y que afecta en un mayor porcentaje a mujeres que a hombres, pero no es una característica propia del proceso de envejecimiento. La OMS define la depresión como “un trastorno mental frecuente, que se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración”.
Tras los principales síntomas, se pueden sumar, además, una serie de indicadores, como dificultades y deterioro de la memoria, pérdida atencional debido a pensamientos negativos recurrentes, así como dificultad en la toma de decisiones y solución de problemas.
Si bien es cierto que es la propia persona la que tiene que adaptarse y asumir su circunstancia vital, se recomienda fomentar el envejecimiento activo para evitar los síntomas depresivos en la tercera edad. En todas las residencias de El grupo Los Nogales apostamos por la actividad y fomento de la plenitud vital de los mayores. Se considera esencial, por tanto, programas de estimulación cognitiva, psicomotricidad y socialización.
Que la persona mayor esté acompañada y atendida es básico para que no le invada el sentimiento de soledad y desasosiego. Se recomienda que la persona participe en programas de actividades, no solo de refuerzo cognitivo sino también de actividades físicas, que logren elevar su autoestima, y sean motivo fundamental para evitar el sedentarismo y aburrimiento, así como el posible sentimiento de inutilidad que, en ocasiones, pueden llegar a sentir. Es de suma importancia, que se sienta parte activa de la sociedad y que participe con otras personas que se encuentran en su mismo momento vital.
Nuestro departamento formado por terapeutas ocupaciones y animadores socioculturales genera un programa de actividades y rutinas con la elaboración de talleres que encajan perfectamente con sus gustos y aficiones. Es básico, que las actividades les sean gratificantes. Nuestros especialistas en psicología gerontológica llevan a cabo una valoración inicial de cada residente, así como su posterior seguimiento para detectar cualquier alteración que pudiera poner en peligro la salud emocional de los residentes. Es básico, para evitar síntomas depresivos crónicos y prolongados, una valoración psicológica temprana.
Nuestro empeño por fomentar además el contacto con familiares, y la celebración de actividades intergeneracionales, hace que el adulto mayor se sienta arropado, y se evite una posible sensación de aislamiento. Por ello, podemos decir, que la estancia en las residencias son una solución real a la soledad no deseada y a la puesta en práctica de un envejecimiento activo y saludable.